Entre
más leo y averiguo sobre el SI o el NO, más pienso en el daño que le han hecho
a este país los gobernantes que vinieron a imponer sus ideas más que a pensar
en lo que realmente necesitaba una sociedad como la nuestra. Gobernantes que
históricamente han escondido debajo del tapete las realidades de corrupción del
país, con tal de aparentar buenos índices de gestión.
Por
lo enterior, entre otras cosas, en Colombia se volvió normal ver políticos y empresarios
corruptos, ver ciudadanos aplicando orgullosos la ley del atajo, ver gente robandose
la plata de la educación, la salud y los refrigrios escolares de nuestros
niños, ver políticos comprando votos para ganar puestos y así asegurar
contratos y el manejo de los recursos públicos de tal o cual región, ver
políticos y/o empresarios comprando licencias ambientales para desarrollar
proyectos de infraestructura o de minería en zonas donde claramente serán más
los afectados que los beneficiados, ver a algunos comprando conciencias para no delatar funcionarios públicos
que piden porcentage por cada contrato que entregan, ver la compra de
funcionarios públicos para beneficiar a tal o cual amigo del gobernante de
turno, ver la compra de funcionarios públicos para construir infraestructuras
fantasma que luego quedan abandonadas y sin recursos… etc.
Claro
que es necesario firmar un acuerdo con cada grupo armado al margen de la ley
para empezar un camino complejo hacia la verdadera terminanción del conflicto, claro
que desde todos los sectores hay reparos frente a lo firmado con las FARC, yo
misma tengo muchas dudas. Claro que el acuerdo es imperfecto y no le gusta a
todos los colombianos. Pero creo que es el primer paso para siquiera poder
empezar a reconstruir nuestra sociedad y la forma en la que se hace política.
Sin
embargo, es preciso tener claro que esa firma no es el boleto de la paz, no
quiere decir que a partir de que se refrenden los acuerdos, Colombia será un
país sin problemas. Vendran tiempos dificiles para aprender a vivir diferente.
Pero, considero que si nosotros, no somos concientes de lo exigentes que
debemos ser en la lucha contra la corrupción, si no cambianos nuestra mentalidad permisiva
con la corrupción, perderemos la oportunidad del nacimiento de una nueva
Colombia.
Pensar
en que la firma de un documento acabe la guerra en Colombia y cambie nuestra
sociedad es ingenuo en algunos casos, en otros tal vez idealista, y en otros
tantos irresponsable y un síntoma de desinformación. Por eso mi reflexión va
encaminada a llamar la atención sobre la necesidad de profundizar un poco en lo
que realmente se necesita para reformar la sociedad corrupta en la que vivimos,
más allá del SI y el NO.
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